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introducción

hay un escrito llamado "el principio del fin" si estas interesado en mi libro te recomiendo leerla, ya que es la un pequeño texto ...

lunes, 9 de julio de 2018

capítulo 6


Una nueva oportunidad

me quede asombrado de lo que veían mis ojos; El resplandor de la ciudad proyectando las luces en todos los sentidos, como si estuvieras viendo la típica utopía de película. Sebastián me dio una palmada en la espalda, al mirarlo con un aire melancólico me intento sacar una sonrisa, pero era más que obvio que no podría al instante e indico que continuáramos.
- es curioso, sabes, la vista es hermosa, noté en tus ojos el asombro al ver la ciudad, ¿qué pasa? ahora eres mi hermano así que cuéntame lo que quieras- lo dijo alegre con una sonrisa y con la mirada perdida.
- perdona es solo que…-
- entiendo – interrumpió el muchacho con voz dulce – en esta fase es la aceptación, por lo general al llegar a la ciudad nos ponemos así, pero estoy aquí, que no te engañe la pequeña ciudad, parece cerca, pero llegaremos aproximadamente en unas 7 o 9 horas, tenemos tiempo así que cuéntame-
- ¿estás seguro querer escuchar a un chico que …- antes de poder terminar mi voz escapó, el nudo en la garganta y las ganas de llorar no tardaron en hacerse presentes.
Sebastián se detuvo, con la mano sobre el hombro me dio la vuelta suavemente, me sonrió, sacó la flecha que quedaba y se corto la palma de la mano, tomo la mía e hizo lo mismo, junto mi mano con la suya, el ambiente se hizo ameno, la briza empezó a soplar con mas fuerza y el empezó a decir.
- no te preocupes, pase lo que pase te voy a ayudar, si es necesario daría mi vida a cambio de la tuya, >nadie se queda atrás<, es lo que siempre decía mi hermano.- dijo el chico sin titubear con una voz firme y dulce– siempre dije con mi hermano que si podía salvar a alguien o siquiera ayudarlo lo iba a ser, y que no volvería a cometer el error que cometí al perderlo, por eso siempre que pueda, siempre que yo este ahí, me encargare de tomar la carga de los que quiero, y esta amigo mío, es una promesa de sangre.- “nadie se va a quedar atrás de nuevo, no te fallaré esta vez hermano” pensó el chico mientras sonreía con un recuerdo doloroso, pero que le alegraba y llenaba con esperanza el alma.
En ese momento sentí como si algo en mi se rompiera, mis ojos se nublaron mi voz se quedo atorada en mi garganta, mi fuerza se desvaneció… agache la cabeza, sabía que no podía ni habar, los recuerdos inundaron mi mente, recordé la primera vez que jugué con mi hermano, las pocas veces que estuve con mi familia, también, aquella chica que ame y me rompió el corazón.
- no, eso no es justo para una sola persona, así que no importa lo que pase, te ayudare con la carga para que solo tengas que cargar la mitad- mientras agachaba la cabeza susurre -hermano-
Sebastián vio como las lágrimas caían por las mejillas de aquel chico, mientras lo decía la voz se le rompía a la par de que apretaba la mano, la herida ardía, pero ambos sostuvieron las manos juntas.
En el camino restante ambos chicos disfrutaron, rieron y bromearon, cada uno contando sus respectivas historias, ya no como conocidos, sino como algo tan fuerte que ni con la muerte se puede romper, una familia, aquellos hermanos que no importara lo que pasara siempre estarían allí uno para el otro.


- pues hemos llegado- mencionó Sebastián.

La ciudad no era o que parecía de lejos era una especie de cristal formado naturalmente, como aquellas piedras preciosas, pero sin que nadie las dañara o cortara para uso comercial. Estas columnas tenían una altura sorprendente una era casi la mitad de la montaña, sobre ellas, verdes flores crecían y estas se extendían a lo que pareciera ser todo el cristal, el aroma de estas inundaba la zona, haciendo un aire fresco y ligeramente húmedo, es pastizal se admiraba cuidado; Al adentrarnos, en estos se formaba una especie de techo el cual permitía el vivir ahí.
Adentro había casas, el espacio que formaba por dentro de los cristales se veía bastante mas grande que la ciudad donde vivía, con la diferencia que las casas aunque estaban hechas de diversos materiales como concreto, madera, tabiques o algunas echas de propios cristales, estas respetaban la naturaleza, las plantas crecen incluso encima de algunas casas, las enredaderas han cubierto partes o incluso casi por completo estos recintos, las personas se veían tranquilas en su mayoría, algunos mas serios que otros, todos con sus distorsiones, usándolas libremente, sin sentir la presión de destierro, o el temor de ser asesinado.
Caminamos entre aquella ciudad cálida hasta llegar a o que pareciera ser una estructura que hacia la función de gobierno.
- Sebastián, ¿esa construcción es la oficina de su gobierno? -  lo pregunte mientras admiraba las demás construcciones.
- No, no hay algo como eso aquí, solo es un control para saber tu nombre y darte un lugar para vivir, también hace la función de biblioteca y salón de fiestas, pero supongo te dirán donde hay espacio para que construyas una casa o te dirán si quieres habitar una ya construida; por otra parte, aquí no te van a juzgar por nada, eres libre- lo dice aquel joven mientras abre las manos y sonrisa con un aire de felicidad y tranquilidad.
Sebastián me dijo que primero iríamos a su casa, caminamos por un par de lo que parecían ser calles adornadas de flores, llegamos a una pequeña choza la cual estaba construida por madera, pero adornada con flores, piedras de colores incrustadas aleatoriamente y dibujos que parecían ser hechos por niños, una pequeña niña salió por un costado de la cabaña, estaba vestida con un sombrero blanco, unas botitas de color azul y un vestido tono celeste.
- ¡Sebastián has vuelto a salvo! - gritó la pequeña mientras corría hacia el extendiendo los abrazos.
- no creas que te vas a librar de mi tan fácilmente pequeña traviesa- comento mientras cargaba y la alzaba entre sus brazos– aparte dentro de dos días cumples 6 años, no me iba a perder eso por nada del mundo –
- ¿quién eres tú? – preguntó la pequeña
- el es…- Sebastián fue interrumpido por la niña.
- tu nuevo hermano ¿cierto? -  Sebastián acento con la cabeza mientras bajaba a la niña.
- mi nombre es Ezra, perdona me tengo que ir, pero antes lleva esto contigo siempre ¿quieres?- la pequeña metió la mano en lo que parecía un bolcillo oculto en la espalda del vestido, sacando una pulsera, pero un poco mas grande, no era para la muñeca, si no para usarse en el antebrazo -todos tienen una, te será útil o eso espero, mi madre las fabrica es una gran científica y me enseñó a cómo hacerlas están hechas de hilo resistente- después de ponerme el detalle en el brazo, la niña sonrió y mientras estaba corriendo se despidió de nosotros.
Al entrar a la casa de Sebastián este dijo que iría a poner algo de té, me dijo donde estaba la cocina y su habitación después continuó diciendo que me sintiera cómodo, después de un rato el muchacho regreso con dos tazas de té de flores, me dijo que lo probara para ver si le ponía endulzante extra. El te era delicioso, un aroma que te recuerda las típicas noches de lluvia sentado junto a la ventana, era dulce, estaba exactamente en su punto, observe como él se alejaba en dirección a la cocina, y al mirar mas a detalle note que los muebles estaban hechos de metal, madera, y cristal, estaba extrañamente limpio y ordenado, no era muy grande pero no creo que necesites mas espacio para una sola persona Sebastián volvió con lo que parecía ser pastel y galletas.
Al acabar de comer me condujo a su habitación abrió el closet.
- bien, elige ropa- lo dijo mientras me miraba.
Era extraño me sentía bien, pero, muy apenado, su ropa era extrañamente parecía a la mía, colores como el azul y el rojo, pero en tonos oscuros, pantalones en escalas de grises y la mayor parte de las prendas en tono negro.
- si no te agrada nada podemos buscar ropa nueva- dijo Sebastián en un tono comprensivo.
- no, no es eso, es solo que …– hice una pausa por la pena.
- ahora somos familia – interrumpió él.
Una sonrisa se marco en ambos a la par que me levantaba, elegí unos pantalones negros cómodos, pero algo ajustados, una playera gris y una gabardina negra la cual se veía muy elegante; extrañamente toda la ropa parecía estar echa para guardar innumerables objetos lo cual no me extraña todos parecen estar vestidos en ese estilo, y sirve para cargar las cosas que pueden ayudar a prevenir situaciones complicadas.
Tras cambiarnos ambos de ropa, salimos de la cabaña y nos dirigimos a aquella estructura enorme; Al llegar a los escalones de esta, Sebastián dijo -dame un segundo- tronándose el cuello y los dedos de las manos, después sacando una barra de metal desplegable de uno de los bolsillos en el costado de su pantalón.
-esta vez no saldrás tan bien como la vez pasada- dijo en un tono retador y confiado, mientras se daba la vuelta y lanzaba un golpe con aquella barra de metal a la par que sonaba un fuerte golpe, sonando metal contra metal.
- ¡uy!, aceptó el reto- dijo un chico mientras veía a los ojos a Sebastián con una mirada retadora y una sonrisa ponzoñosa.
Ambos chicos empezaron a pelear, Sebastián tenía un claro estilo limpio y táctico, mientras que el otro chico era mas agresivo y nada táctico, la pelea se veía demasiado rápida, golpes con las barras de metal y patadas volaban entre ambos, la riña parecía estar casi guionisada, esa típica pelea épica pero a diferencia de las películas esta era real, no me puedo imaginar cuanto trabajo les costo aprender a pelear así, el muchacho desconocido dio una patada que asesto en el pecho de Sebastián y este dio un gran salto que le llevo hasta el techo de una casa, Sebastián levantó una roca del suelo y se la aventó al chico, este alcanzo a esquivar la roca en un movimiento rápido pero al voltear la mirada Sebastián había desaparecido , moviéndose ágilmente entre las casas y lanzando rocas aleatoriamente de repente apareció atrás el muchacho, mientras lo golpeaba con la barra de metal en el costado, el otro chico soltó un grito de dolor, con una expresión agresiva  este cálculo la distancia entre el y Sebastián mientras saltaba de nuevo con suma fuerza, en el aire ágilmente tomo los  brazos de Sebastián con una maniobra aérea haciendo que volara un par de segundos por los aires, Sebastián cayo de golpe soltando un quejido de dolor y retorciéndose en el techo de aquella casa el otro muchacho cayendo con la rodilla y quedándose encima de él, el otro muchacho asestando un golpe seco en la cara de Sebastián, este con su barra de metal golpeo al chico que desconocía haciendo que se apartara de encima, ambos se levantaron y se miraban fijamente a los ojos, ambos de frente.
Miradas fijas uno en el otro Sebastián con sonrisa confianzuda y el otro chico con cierta malicia en la expresión, tras unos segundos ambos corrieron para encontrarse de golpe y seguir la pelea.
- fuerza – escuche la voz de una mujer de aproximadamente 37 años atrás de mí –es la distorsión del chico que pelea contra Sebastián, por si te lo preguntabas, hola mi nombre es victoria, es un gusto, debes de ser nuevo, supongo que te trajo Sebastián – asentí con la cabeza.
Aquella mujer tenía un vestido holgado color amarillo oscuro, su tez era bronceada, portaba calzado abierto de tacones, un collar plateado y una pulsera negra en el brazo derecho exactamente igual a la mía.
- a juzgar por tu brazo ya conociste a mi hija, solo les da el brazalete a las personas que son cercanas e importantes para ella, y como supongo estabas con Sebastián te la dio-
- sí, tiene una hija muy linda tam…- fui interrumpido por el sonido de los metales golpeándose en un fuerte estruendo.
-si me perdonas voy a separar a esos dos-
la mujer saco de uno de sus bolsillos ocultos en el vestido una especie de vara pero esta no solo se alargaba, al hacer un movimiento se convirtió en un arco, saco una flecha de una aljaba oculta tras los pliegues de su vestido; tomo el arco de una forma un tanto extraña el mango de este estaba fuertemente sujetado por su palma pero la cuerda no estaba en la forma tradicional esta estaba apoyada sobre la parte superior de su brazo izquierdo y lo tenso con la flecha sostenida con la posición de los dedos hacia dentro, estos acercados suavemente a su rostro rosando con sus mejillas, note como las uñas de sus pies se tornaban azuladas.
Los dos chicos estaban peleando en el tejado de una casa, Sebastián aventó su vara en dirección a el otro chico, este la esquivo y vio como cayó en el suelo pero al regresar la mirada a Sebastián este se había lanzado con una patada, la cual impacto en el pecho del muchacho, este tuvo una expresión ahogada de dolor, si no tuviera la fuerza de su lado estoy seguro que esa patada habría sido fatal, pero no es así, al darme cuenta, el chico agarro a Sebastián y lo lanzo fuera del techo este callo al piso, ambos chicos estaban heridos y exhaustos.
- es hora de acabar con esto ¿no crees? – dijo Sebastián en un tono confiado mientras recogía su arma del suelo.
-estoy de acuerdo- contesto su contrincante.
Este se lanzo desde el techo usando el borde para impulsarse hacia abajo, ambos se veían que usaban su distorsión a tope, escuche un zumbido, una flecha que viajaba con suma precisión y fuerza, intento predecir la trayectoria pero no creo lo que ven mis ojos, aquella flecha impactó a las armas justo cuando estas chocaron, desarmando a ambos chicos y haciendo que uno callera encima del otro por la fuerza que llevaba con dirección al suelo, ambos rodaron por el suelo, era el fin de la batalla.
- ¡victoria! - sonaron las voces de ambos jóvenes, unísonos, dirigidas a aquella mujer a un tono de reclamo.
-Bueno, pasa tenemos cosas que hacer- me dijo Victoria mientras me sonreía – ¡y a ustedes dos los quiero adentro cuanto antes, y sacúdanse el polvo! - lo dijo como una madre regañando a sus hijos por pelear, pero con un tono más dulce y simpático.
- sabes que te hubiera ganado-
-Ni en tus sueños- respondió Sebastián.

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