miércoles, 25 de julio de 2018

capítulo 7

Un nuevo mundo
  
-que dices, supongo te gustaría crear una casa nueva o…- la mujer saco de su estante cuatro fotografías de distintas casas ya construidas – ¿alguna de estas te gusta? -
-pues…-
- ¿victoria porque nos detuviste justo cuando ya le estaba dando el golpe final a Sebastián? - se escuchó la voz de aquel chico que desconocía, aunque al admirarlo de cerca se veía menos agresivo, a decir verdad, tenia los rasgos de la típica persona inocente, unos labios delgados, tes de piel oscurecida. Sus ojos estaban semi pigmentados de dos tonos de café, su cabello era desordenado, las cejas delgadas y la piel tersa, sus fisonomías a comparación de cuando tenía activa su distorsión era delgada, esa persona que a simple vista no se ve que tenga los músculos trabajados, pero con su distorsión, perecía tomar forma, la parte en que la concentraba, pero solo por momentos, parecía un poco más gruesa y áspera, pero supongo que es su rasgo de habilidad.
-ni aunque me faltara un brazo me hubieras ganado- respondió Sebastián en tono burlón
-no te quería arruinar ese lindo rostro-
-No te preocupes dicen que la envidia se nota, ¿acaso es porque soy más atractivo? - repuso Sebastián en tono burlón y muy provocativo y con un toque de orgullo.
-chicos ya basta- dijo victoria mientras esperaba a que yo decidiera mi nuevo hogar.
La escena era terrible ambos chicos con una rivalidad impresionante, pero se veía que eran buenos amigos, de esos que te apuñalarían por la espalda y después le dispararías en una costilla y al siguiente día bromearían de quien tardo menos en desmayarse.
Admiro las fotos que me da Victoria, se me hace raro que acepten a alguien extraño, pero es obvio, ¿Quién querría hacer daño en un lugar como este?, pero sin embargo sonrió entre dientes al recordar la palabras de Sebastián, “las diferencias destruyeron el mundo”, supongo que es el momento de cambiar eso, mis padres siempre fueron propiedad del gobierno, o por lo menos así lo veía yo, siempre que se les hablaba para el trabajo iban sin objeción, a decir verdad si los veíamos en navidad sabíamos mi hermano y yo que en todo el año siguiente no los íbamos a ver, pero, ”¿porque  me abandonaron?, si mi padre o mi madre con un chasquido de dedos hubieran hecho que cambiaran mis resultados ¿Por qué no me protegieron?, ¿Por qué me abandonaron? ¿Por qué nadie se da cuenta de lo que sufría?, ¿porque son tan egoístas?, ¿Por qué? … ¿Por qué?… ¿Por qué?”; Un sin numero de preguntas saturaron mi cabeza, mis ojos empezaban a nublarse de nueva cuenta, mi pecho se oprimía, sentía como mi voz empezaba a desaparecer y mi respiración se hacía más rápida.
-mi nombre es Hayden- dijo aquel muchacho que desconocía -es un placer, perdona la mala primera impresión que te di, espero llevarnos bien- me dijo el joven mientras me extendía el brazo para saludarme.
Le intente tomar la mano, pero el tomo mi antebrazo -ya no estás en la ciudad-cárcel - dijo mientras me sonreía- me soltó y sentándose en un pequeño sofá continúo hablando -si quieres podemos ayudarte a construir algo, o si quieres tomar una casa asegúrate de que te guste puesto que no hay reembolsos- el chico se acomodó inclinándose hacia atrás y poniendo una mano atrás de la cabeza y la otra en su bolsillo.

Después de una larga jornada visitando las casas, decidí quedarme en una cerca de una salida trasera, la cual era perfecta pues se veían los pilares de cristal que formaban la ciudad. los chicos me invitaron a cenar y cuando oscureció me llevaron por ropa nueva y después al centro de investigaciones donde victoria estaba con su hija, me esperaban para asignarme nuevas armas y complementos que me dijeron eran necesarios, el centro de investigaciones parecía sacado de una película, grandes muros con mucha tecnología avanzada, se veía que no perdían el tiempo, tenían todo tipo de cosas, pero por el contrario de antes, estos en la actualidad se desarrollaban para ayudar, no para destruir, grandes salas llenas de tubos de ensaye, grandes maquinas, y por supuesto una enorme cafetería donde habían delicias sin embargo nadie se excedía todos compartían, después de llegar a la sala de armería me preguntaron mi distorsión y me dieron más armas de las que podía cargar, los chicos me ayudaron y las llevamos a mi nuevo hogar, después cuando terminamos  de acomodarlas recostamos a la pequeña Ezra en el sofá mientras nosotros fuimos a la cocina a conversar un poco.
-enserio díganme cómo es que esto está en pie, digo no hay pagos y pareciera que todo fuera perfecto-
Todos sonrieron a la par mientras victoria me explicaba – mira no es tan simple, claro que no tenemos ese sistema de economía por moneda, pero cada vez que van a casar se aseguran de tener un poco más, no solo para ellos, cuando vamos en grupos de personas a las minas sacamos lo suficiente como para abastecernos, por supuesto nadie es obligado a hacerlo, pero dime algo, si puedes ayudar a los que te ayudan, ¿por qué no hacerlo? -
- ¿Ósea que todos comparten de todo a manos llenas? - pregunte algo extrañado
-por supuesto, ya no es como antes, ahora sabemos que esos sistemas egoístas solo dañan, por eso somos como una gran familia, nadie se queda atrás y todos valemos la pena, así que no nos cuesta compartir o hacer cosas para los demás- contesto Hayden mientras se estiraba de brazos -aparte es mejor, si te das cuenta en las ciudades solo hay hambre y pobreza. aquí si alguien está enfermo los demás nos preocupamos por esa persona, o si le falta ropa o recursos-
-claro que siempre habrá peleas y discusiones- dijo Sebastián interrumpiendo a Hayden -pero por muy enemigos que puedan llegar a ser, si uno le pide ayuda a otro se la dan, y, eso ya lo he visto-
-bueno ya es noche y tenemos que descansar, siéntete libre de explorar la ciudad y prepárate ya que pasado mañana inicia tu entrenamiento, mientras que esos dos arreglaran lo que destrozaron hoy- replico victoria en tono de reclamo y regaño hacia los chicos.
Después de que se marcharon empecé a tomar detalles a la pequeña casa que tenía, era echa de finas piezas de madera y piedra, tenia la cocina bien equipada, una pequeña sala, con un par de sillones a un lado, el comedor estaba conformado por una mesa de cristal y sillas de aluminio adornados con piedras de rio, mi habitación era perfecta para dos personas, era mas espacio del que necesitaba, una cama de dos personas, un armario donde cabían tres personas de pie, y por supuesto , al otro lado de la pared, un doble fondo con un arsenal de armas, flechas, cuchillos arrojadizos, varas de metal desplegables.
aunque la mayoría de estas eran para lanzar y tenía razón cada persona se acomoda diferente, y me di cuenta que a pesar de tener armas de fuego y balas o municiones explosivas de casi todos los calibres, usaban armas rudimentarias para reciclar y afectar lo menos posible al ambiente. Es mi nuevo hogar, mi nueva familia y hare todo por protegerlos.

Después de una siesta Salí, me puse una playera azul, un abrigo gris y unos pantalones negros metí  una Bara negra de metal que se transforma en arco, en una correa de fácil acceso en la parte trasera de mi cinturón, tome una aljaba y le coloque un puñado de flechas, tome cuerdas lo suficientemente largas como para escalar una montaña, veo que no bromeaban con lo de avances tecnológicos, la cuerda parecía muy delgada pero victoria al darme las cuerdas me dijo que una aguantaría a un elefante sin siquiera rasgarse un poco, eran ligeras y no hacían bulto así que la coloque enrollándola en la aljaba,  tome unos tenis cómodos y me dispuse a salir, explorar los alrededores, al salir me di cuenta que nadie me miraba raro a pesar de ser nuevo, cerré la puerta y empecé a caminar por aquel sendero que conducía a la salida.

Al salir de aquella pequeña ciudad me di cuenta que las montañas alrededor tenían un patrón, decidí escalar una de estas, al llegar a la cima pude notar mi casa, vi a las personas tranquilas moverse con tranquilidad, disfrutando del aire y la naturaleza, tras caminar por casi cuatro horas pude divisar una sombra que daba al interior de aquella estructura de cristal, muy por encima de nuestras entradas normales, decidí regresar para verlo mas de cerca, tome un par de manzanas por el camino y un pequeño tronco el cual pensé en dejar en casa para asar carne por la noche, lo amarre a la aljaba y continué el camino; al llegar a los pies de las estructura de cristal me di cuenta que había una parte donde una flecha podría quedar atascada.
Regrese a mi casa, comí un poco, tome unos guantes de un cajón, una linterna y con el arco y flechas. Me dispuse a investigar aquella misteriosa cueva, Salí, al llevar a un punto donde parecía que era el mejor para escalar, saqué una flecha, le enrollé la cuerda, estaba temblando por miedo a fallar, el sol deslumbró mi vista haciendo que me agachara bruscamente. “piensa en tu distorsión como un interruptor para encenderlo y apagarlo a voluntad” aquellas palabras retumbaron en mi mente, como una gota de lluvia arruinando la calma de un lago sin movimiento.
-un interruptor- murmuré aun con la cabeza agachada, el intenso sol me hiso sudar, sentía las gotas de frio sudor recorriendo mi frente -solo un segundo, ¡una pequeña brecha…! ¡solo un disparo! - me dije a mi mismo.
Alcé la cabeza con rapidez, note como las pequeñas gotas de sudor brincaban mientras mi mirada se dirigía arriba, el aire parecía no existir, mis brazos perfectamente alineados y mis ojos en un solo objetivo; alce los brazos, tense el arco y solté aquella flecha, esta parecía viajar en cámara lenta, vi como cortaba el aire, como se tambaleaba lenta y sigilosamente.
Esta impacto al interior de la pequeña cueva, baje la mirada y regrese al arco a su forma de barra y lo introduje de nuevo en la correa de mi ropa, revisé la aljaba y tenía un mecanismo que determinaba cuando una persona saca una flecha, la volteé y la agite, las flechas se quedaron en su lugar, me coloque aquella aljaba de vuelta en la espalda ajustando su correa; al parecer  la cuerda era firme, así que la ate a mi cadera y empecé a subir, tras escalar un par de minutos me di cuenta que la altura de la cueva era mas alta delo que parecía, al llegar, note unas rocas tiradas en el suelo, patee una que salió volando al exterior de la cueva, y pude notar que tardo varios segundos en caer, voltee la cabeza y me di cuenta que había otras cuatro entradas, parecían estar apuntando a los cuatro puntos cardinales, encendí la linterna y pude notar el techo elevando, fácilmente podrían construir un edificio de cuatro o cinco pisos, el piso era casi del tamaño de una cancha profesional de futbol. un escalofrió impregnó mi cuerpo seguido de una ráfaga de viento helado que me golpeo de lleno en la espalda, mi cuerpo se congelo al ver vestigios de personas ahí, mi cuerpo se paralizo.
¿Qué clase de cosas abría adentro? ¿habría más mutaciones aparte de las nuestras tras la guerra nuclear? ¿estas cosas serian enormes y grotescas como si fueran creadas por la imaginación de alguna mente retorcida?
Mi mente empezó a divagar, pero si yo no exploraba me arrepentiría después, lo sabía y no me quería quedar con las ganas. Con la linterna en mano camine en dirección a la oscuridad profunda, en el suelo se veían restos de mantas, ropa y algunos muebles hechos de madera, llegue hasta lo que parecía un escritorio, encima de este note una fotografía, un señor con su hijo, al reverso un par de hojas que pareciera que tuviera bastante tiempo. Sabía que tenía que avisar de mi hallazgo… pero, había algo en esa fotografía que me decía que tenia que saber lo que relataban las palabras escritas en aquellas páginas, así que tome mi linterna y busque un lugar para sentarme, mire la fotografía. el chico y el señor se veían cansados, una fogata se notaba a un costado, a pesar de todo; sus sonrisas cansadas se veían verdaderas, no como la típica que pones por compromiso, no, esta se veía proveniente del corazón, aquella ultima foto con la esperanza de que alguien la encontrara, ese último “adiós” ese recuerdo roto con la esperanza en alto diciendo “¡aquí hubo alguien!”, sin saber por qué, algo oprimió mi pecho, el sentimiento amargo de saber que es el fin pero con alegría por estar ahí.
Tome las hojas. Estabas bastante desgastadas por el paso del tiempo, con cuidado de no desgastarlas más me acomodé en el suelo y comencé a leer...


“hola, no se quien puedas ser, no sé qué día es o que mes, hace ya 35 años que las bombas nucleares destruyeron el mundo y aun así hablemos sobrevivientes fuera de aquellos distritos, los ricos y poderosos ya sabían y estaban preparados para la catástrofe, dejándonos atrás a los que no podíamos pagar la entrada, sin embargo algunas ciudades han caído producto de las enfermedades, algunas personas empezaron a desarrollar habilidades poco comunes, pero mueren por no saber cómo controlarlas, mi padre y yo investigamos a fondo, esto ya estaba escrito en nuestro código genético.
Tal vez aquellos dioses de la antigüedad sabían controlar esto, por eso los consideraban divinidades, también puede que las brujas quemadas en el pasado sean personas con estas habilidades diferentes y por miedo fueron asesinadas; tal vez la radiación hizo que esto se activara de nuevo en nosotros.
Hay notas de nuestros hallazgos científicos en los cajones del escritorio espero que sirvan de algo.
Es lo ultimo que puedo escribir, la toxicidad de el ambiente nos mata lentamente, mi padre esta muy enfermo, no mas que yo, pero, espero que este no sea el fin, la humanidad ha sacado lo despiadado del mundo, gente mata y muere por comida y medicamentos, sin pensar que eso nos afecta a todos, el frio esta subiendo, apenas puedo mover la mano, me hubiera gustado cumplir con mis padres aquella promesa que les hice de pequeño, me gustaría darle por lo menos un entierro digno a mi padre como tuve que sepultar a mi madre, el poco fuego que nos queda empieza extinguirse, la impotencia que siento en este momento jamás la había sentido, tengo que despertar a mi padre y seguir el camino, aún tengo esperanza de encontrar un lugar donde podamos sonreír sin miedo, un lugar donde volver a ser un niño, un simple lugar donde poder ser feliz entre toda esta basura de mundo.
 espero que alguien vea esto y no se destruya en el vacío del tiempo, si estas leyendo esto solo quiero decirte que tal vez no te conozca, pero no vivas con miedo, no te rindas un día te prometo que pasara y la gente entenderá lo dañino que son las peleas entre sobrevivientes, un día, podrás mirar arriba y no preocuparte, por nada… lo prometo.

                                                                                                                                                                            -Erick”
Tras leer aquella carta note mi rostro mojado, las lagrimas en mi mejilla rodaban sin compasión, el aire helado dejo tras el un silencio tan profundo que incluso sentía como mi mente se hundía en la tristeza y mi corazón se detenía a cada segundo.
- ¡mierda! - Me grité a mí mismo - ¿porque las personas son tan estúpidas que se tienen que hacer daño para sentirse superior?, es lo más estúpido y egoísta que puede hacer una persona, ¡¿Por qué seguir lastimando después de ver lagrimas caer?! - me dije mientras me levantada y metía cuidadosamente la fotografía y la carta en uno de mis bolcillos.
Camine hacia la abertura por la que entre, aun con lagrimas en los ojos mire al cielo, la calma de la noche azotaba mi mente, a mi cabeza llegaron las imágenes del mundo congelado y el aire irrespirable… -y varios siglos después qui estamos, aún con vida. - pensé.
-ojalá hubieras nacido en esta época, me habría encantado ser tu amigo- aun con la mirada en el cielo -pero puedes estar tranquilo, tu promesa fue cumplida, ahora todo es mejor, ahora estamos en paz- susurraba mientras sonriera y escuchaba las risas de los niños en el fondo.

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