El otro lado de la moneda
- ¿Por qué está lloviendo? ¿estoy de nuevo aquí? -
Thaniel se levanta de golpe, hay un sudor frío que le
recorre todo el cuerpo.
-De nuevo… espera esto no es sudor… son…-
Después de una mañana de análisis.
-Thaniel está en el
acantilado por donde cayó-
-Tranquilo yo iré a hablar con él…-
“Si estás dispuesto a esto, tendrás que dejarlo todo a tras”
la mirada del joven se nota vacía, Thaniel se recuesta al borde del abismo,
mirando al cielo. Una lagrima escapa de sus ojos, no hay viento y el sol no
irradia calor, una mente nublada, pensamientos sin sentido que vienen y van.
-Hola, pequeño-
-Hola abuelo, perdón solo estaba…-
-Pensando en ellos, lo sé, ven conmigo, quiero mostrarte algo-
El abuelo de Thaniel responde dándose media vuelta y caminando.
Thaniel lo sigue por un pasillo que parecen no ser parte del
edificio, las paredes poco a poco pierden el color blanco y se transforman en
paredes gruesas de ladrillo y concreto, arcos que presumen ser muy viejos,
telarañas e insectos por doquier, tras un largo pasillo adornado moho y hongos
llegan a una puerta, el abuelo de Thaniel la jala con desmesura, dando la indicación
al joven para entrar.
Tras la puerta se encienden lámparas con un destello pobre,
en la habitación se divisan tubos y mangueras que llevan hasta una camilla
destruida, con marcas de sangre y rastros de una pelea, el abuelo de Thaniel
continua inmutable en dirección a otra habitación oculta tras el escombro.
-Ven aquí-
-Si…- Thaniel responde con voz temblorosa.
Tras encender la luz se ve en la habitación una tabla con
múltiples cinturones, en las paredes numerosas navajas, cuchillas, martillos,
estacas y más objetos de tortura de los que una mente podría imaginar, todos
oxidados y corroídos por el paso del tiempo.
-¡Abuelo! – Thaniel trata de ver atrás de él, buscando a una
persona la cuál pareciera haberse esfumado.
-¡Hoy veré si realmente tienes lo que ni tu padre ni tu
madre tuvieron!- El anciano agrita asestando una patada al plexo solar del
chico haciendo que este se retuerza de dolor en el suelo.
-Abuelo… p-por favor… n-no pe-learé contigo…- dice el joven
mientras trata de levantarse.
-Entonces muere- Responde el señor mientras patea el rostro
del joven, tras caer, este continúa golpeándolo en el suelo.
-¡p-para!- el chico susurra con los últimos esbozos de aire
en sus pulmones, mientras que el anciano continua golpeando.
Los ojos del chico se ponen blancos, su cuerpo cae mientras
deja de respirar y un último pensamiento recorre su mente “¿es el final?”
-jajajaja eres patético-
-¿Quién?- Thaniel levanta su rostro lentamente -Tu eres...-
-Si, soy la parte de tí que está arto de pasar de una
familia a otra-
-¿Esta es mi mente?-
-Supongo que sí-
-¿Entonces voy a morir?-
-¡wow!, eso jamás fue parte del trato, quieres matarlos a
todos ¿no?-
-¡No!-
-Pues lástima, porque la única forma de que llegue una
verdadera paz es haciendo que los lideres caigan; Y se revuelquen en su propia
miseria, al final, siempre es así-
-Por favor, basta-
-Es la verdad… O si quieres quédate tirado aquí y vamos a
morir-
-Sería lo mejor, así jamás molestaría a nadie-
-¿Puedo preguntar una última cosa?-
-Si…-
-¿No dijiste que querías salvarlos a todos?-
El abuelo de Thaniel toma una daga de la pared mientras
camina con paso firme hacia el chico, no agrega ni una palabra, simplemente
examina el ambiente, y sin dudar lanza el ataque al cuerpo inmóvil en el suelo.
Solo toma un parpadeo para que Thaniel le arrebate la daga,
mientras la coloca en el cuello de su agresor y se postra tras él.
-Vamos ¡asesíname! - El señor grita con una risa sincera mientras
cierra los ojos, tras unos segundos de esperar la sonrisa desaparece y su respiración
hace notar su descontento.
-¡Te dije que me mata…!- El anciano grita dando un salto
hacia un lado, quitándose por completo del peligro, tras una mirada decaída observa
al chico. La suave luz rojiza alumbra a Thaniel, el chico está de pie, pero inconsciente,
su ropa esta rota, múltiples heridas recorren su cuerpo, sus piernas semi
dobladas con moretones y cortes visibles, su torso sucio con múltiples marcas,
uno de sus brazos caído, derramando sangre, mientras que el otro con múltiples rasguños
y al final de su mano la daga, su rostro deshecho, los ojos en blanco, una ceja
sangrante, el labio superior destrozado, un ojo morado y múltiples rasguños.
-Te enseñaré, a controlar el sufrimiento y como provocarlo en
otros, pero por el momento, te examinaré, tener dos distorsiones no es de todos
lo días. Precisión y rapidez, puede ser un arma mortal- Susurra el anciano
cerrando sus ojos mientras una sonrisa se le forma en el rostro.
-Tú, mi querido Thaniel, serás mi jinete de la muerte-
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